Mirada del Artista



Mi profesor de fotografía en la universidad puso una manzana sobre una mesa en la mitad del salón, 30 estudiantes cámara en mano debían captar la imagen, quedaban eliminados del ejercicio aquellos cuyas imágenes llegaran a ser similares, las condiciones: nadie podría mostrar la imagen al compañero, solo un disparo y 30 segundos para la captura. Una vez dada la orden de inicio, todos nos quedamos mirando unos a otros, tratando de evitar angulaciones, distancias focales o encuadres de otro. A 5 segundos de terminar, la mitad aún no había disparado, como una ráfaga las cámaras obturaron al segundo final. Desde un rincón el profesor observa sonriendo por la perplejidad de los aprendices que, nerviosos se quedan mirando al viejo fotógrafo.  – No necesito ver las imágenes para saber que todas son diferentes, por más cercanos que estén los objetivos (lentes), por más similares que sean las angulaciones, cada ojo siempre tendrá su propio punto de vista dado que la luz que impregna un sensor y una retina no puede capturarse dos veces al mismo tiempo – afirmó con calma el maestro.

Acudo a una historia para tratar de dar forma al concepto de la “mirada del artista”, en particular la fotografía es una representación gráfica del proceso comunicativo de la observación. En el esquema del

objeto – la máquina – el fotógrafo,

podríamos asemejarlo a algo como

la realidad – el medio – el artista.

La simplicidad del esquema no minimiza la complejidad del acto intelectivo de apreciar la realidad desde un punto de vista y posteriormente comunicar, pasando por todo tipo de procesos intelectivos como todos los tipos de memoria, la reflexión, las emociones y la argumentación.

El punto es que, las variables “el medio” (los sentidos) y “el artista” (observador) siempre van a determinar una perspectiva de lo real, si bien puede ser profunda, siempre será limitada. Y si la idea es llegar lo más cerca que se pueda a la interpretación de lo real, es por lo tanto necesario nutrirse de otras miradas.

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