...como la vida, cuyo final es la única forma de empezar a verla completa.




Donde sea que la vida se manifieste hay una banda sonora que la acompaña. En la película Tres colores: "Azul" de Kieslowsky, el corazón de la protagonista posee un compás distinto al de la mayoría. La mágica ficción le da el poder de una sinfonía que palpita a su ritmo.

Resulta imperioso para mí decir que la música se oculta en los corazones tal y como se plantea en el film. Cuando una emoción nos inunda, siempre en nuestro corazón, que es la mente, suena una melodía.

Miles de historias caben en un acorde de guitarra cuando el músico narra y cuando el narrador canta.

cil sería omitir la música del cine so pretexto de realismo, qué más real que un ser humano construyendo a cada paso su propia banda sonora, con notas, frases, susurros, jadeos, sonrisas, puteadas, gemidos, llantos y gritos, no siempre de alegría.

Solo fue posible para ella despojarse de su luto mediante la catarsis de notas musicales vomitadas en una partitura que oficia como cárcel para esas notas de las que ella se libera.

La sinfonía al final me absorbe como un esclavo de la expectativa, los créditos finales pasan, pero siento que apenas estoy empezando a entender lo que ella sentía, cada nota tiene ahora un sentido completo, como la vida, cuyo final es la única forma de empezar a verla completa.

Si uno se fija, notará que cada etapa de la vida tiene su propia canción, así como ahora en este texto, cada primera sílaba de cada párrafo tiene su propia nota.

Comentarios